Jalil Nouri, actu-maroc, 15/12/2025
La semana pasada en Marruecos quedará como una de las más sombrías de los últimos años. Entre el derrumbe de edificios en ruina en Fez, que ya ha causado un balance provisional de 22 muertos, y las inundaciones mortales que golpearon varios barrios de Safi, incluida su medina, con más de 37 víctimas registradas hasta el momento, Marruecos ha vivido una sucesión de tragedias de una violencia poco común. Un balance humano aterrador, llamado a agravarse, que interpela de forma cruel la gestión urbana y la responsabilidad de las autoridades locales.
Calificar la situación de “crítica” sería casi un eufemismo. Para los habitantes afectados, lo que predomina es el pavor. Familias enteras han sido arrojadas a la calle, traumatizadas, y viven ahora con el miedo permanente a nuevos dramas. Tanto en Fez como en Safi, el sentimiento de abandono es total. Los ciudadanos denuncian una mala gestión crónica de sus barrios, servicios municipales deficientes y una flagrante ausencia de previsión.
En ambas ciudades, el destino se decidió en cuestión de minutos. En Fez, un edificio vetusto, identificado como peligroso y destinado a la demolición, se desplomó, provocando el colapso de una construcción vecina. En Safi, fueron canalizaciones incapaces de resistir lluvias torrenciales las que cedieron, arrastrando vidas y bienes. En esta última ciudad, los habitantes señalan directamente la responsabilidad de la nueva empresa encargada de la distribución de agua, electricidad y saneamiento, al considerar que su barrio fue dejado de lado, mientras el resto de la ciudad resultó milagrosamente indemne.
En ambos casos, los municipios son hoy señalados por su incapacidad para tomar decisiones urgentes y necesarias que permitan prevenir estas catástrofes anunciadas. Frente a 59 muertos en una sola semana, la cuestión ya no es la de una supuesta maldición. Es la de la negligencia, la impunidad y la necesidad absoluta y urgente de una rendición de cuentas, exigida con insistencia por ciudadanos heridos y enfadados.
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