Un comentario sobre el artículo “The Hegemonic Ambitions of the Belt and Road Initiative: Institutional Contexts in Egypt and Morocco”,de Adam Laroussi y Mamoudou Gazibo, in A African Studies Quarterly | Volumen 23, número 3/4 | diciembre de 2025
por SOLIDMAR – 30/12/2025
La Iniciativa china de las Nuevas Rutas de la
Seda (Belt and Road Initiative – BRI) suele presentarse, en los discursos
dominantes occidentales, como un proyecto imperial destinado a atrapar a los
países del Sur en una espiral de deuda y dependencia. A partir de una
comparación entre Egipto y Marruecos, el análisis propuesto por Adam Laroussi y
Mamoudou Gazibo permite superar esta lectura simplificadora, sin por ello
absolver a China de toda responsabilidad.
Su constatación es clara: la BRI no produce
automáticamente los mismos efectos en todas partes. Actúa más bien como un revelador
y amplificador de las estructuras de poder existentes en los países socios.
Allí donde las instituciones son débiles, autoritarias y capturadas por élites
depredadoras, refuerza la dependencia. Allí donde el Estado dispone de márgenes
de maniobra, puede ser parcialmente domesticada.
Egipto: la BRI al servicio de un autoritarismo
militarizado
En Egipto, la BRI se inserta en un sistema
político dominado por el ejército, la corrupción y una economía cerrada. Los
financiamientos chinos, concedidos sin condiciones de reforma, se alinean con
proyectos de prestigio impulsados por el régimen —nuevas capitales, zonas
económicas, grandes infraestructuras— sin responder a las necesidades sociales
fundamentales.
En este contexto, la cooperación con China
refuerza un modelo autoritario ya en crisis, incrementa el endeudamiento,
agrava los desequilibrios comerciales y consolida el control del ejército sobre
la economía. La BRI no es la causa principal de la dependencia egipcia, pero
contribuye a la reproducción de un orden político desigual, en el que las
clases populares pagan el precio de decisiones estratégicas impuestas desde
arriba.
Marruecos: aprovechar sin romper los
equilibrios
En Marruecos, la situación es distinta. El
Estado dispone de instituciones más sólidas, de un mercado relativamente
autónomo y de una diplomacia diversificada. Las inversiones chinas, aunque
reales, permanecen encuadradas y no exclusivas. Se suman a otras alianzas
(europeas, usamericanas, africanas) sin colocar al país bajo una tutela única.
Esto no significa que el modelo marroquí esté
exento de contradicciones o desigualdades, sino que el poder central conserva
una capacidad de negociación frente a Pekín. La BRI acompaña dinámicas
económicas preexistentes, sin imponerlas ni dictarlas por completo.
Una lectura política de la dependencia
El principal interés de este análisis es recordar que la dependencia no se impone únicamente desde el exterior. También se produce desde dentro, por regímenes que utilizan los financiamientos internacionales —occidentales ayer, chinos hoy o mañana— para mantenerse en el poder, en detrimento de la justicia social y de la soberanía popular.
Sin embargo, esta lectura exige una vigilancia
crítica. Poner el acento en las debilidades institucionales de los países del
Sur no debe servir para exonerar a las grandes potencias —China incluida— de su
papel en la perpetuación de un orden económico mundial profundamente desigual.
Los márgenes de maniobra de los Estados siguen estando constreñidos por
relaciones de fuerza globales, en las que los pueblos rara vez tienen voz.
Un desafío para los movimientos de solidaridad
Para los movimientos sociales y las redes de
solidaridad internacional, este análisis invita a rechazar las falsas
alternativas:
- ni
alineamiento ciego con China en nombre del antiimperialismo,
- ni
repetición del discurso occidental moralizador sobre la “mala gobernanza”.
La cuestión central sigue siendo el control
democrático de las decisiones económicas, la redistribución de la riqueza y la
capacidad de las sociedades para decidir por sí mismas sus trayectorias de
desarrollo. Sin ello, ya provengan de Pekín, de Washington o de Bruselas, los
financiamientos internacionales seguirán consolidando principalmente regímenes
autoritarios y élites desconectadas de las realidades sociales.




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